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1 de septiembre de 2014

Comenzando un nuevo camino


¡Pues aquí estoy! a mis treinta y pocos, comenzando una nueva andadura...

Para mi fue una sorpresa terminar eligiendo el mundo de la repostería como modo de vida y más después de tenerla durante un tiempo en el más absoluto olvido. Como también lo fue, darme cuenta de que no se me daba tan mal aquello de la creatividad y eso que nunca fui muy buena en clase de plástica.

Si lo pienso bien, es algo que me gustó desde bien pequeña, algo de lo que mis amigos y familiares siempre fueron conscientes. Desde luego, lo que jamás pensé, es que pudiese ser un trabajo y una ilusión al mismo tiempo. Un mundo que se abriría ante mis ojos como un abanico de infinitas posibilidades, en el que lo único que me apetece es aprender más y más.

Así que, después de año y medio en clases, trabajando duro, junto a familia, amigos y profesionales, me decido a compartir mi camino con aquellos que como a mí les apasione la repostería. Desde la más profunda humildad y con la certeza de que aún me queda mucho camino por recorrer.

No me gustaría terminar esta entrada sin antes agradecer a todos aquellos que han hecho posible que hoy este aquí frente al ordenador.

Los que me hicieron amar la repostería en mis comienzos, mi abuela Rufina, mi madre Antonia y por supuesto mi compañero de harina, mi hermano Miguel, con quien tantos momentos compartí en la cocina.

Las dos brujas que me han reencontrado el camino y que me descubrieron un mundo nuevo, la repostería creativa. Mis grandes amigas Bárbara y Nuria, sin las que este sueño al que me enfrento jamás habría sido posible. Aquellas que me enseñaron que no hay reto inalcanzable y con las que sin duda pasaría horas y horas, con las manos en la masa.

 ¡Mil gracias chicas!



Por supuesto tampoco sería justo olvidarme de los maestro, profesores y gente en la que me inspiro, que ya iré nombrando uno a uno.


¡Comenzamos el camino!